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Cultivos sanos para mejores Cosechas

Si bien vivimos una etapa en la que algunos alimentos que consumimos, están elaborados con malas prácticas e insostenibles de origen, debemos reconsiderar la forma en que se producen esos víveres. 

Por citar un ejemplo, desafortunadamente existen muchos vegetales regados con aguas negras provenientes de algunos ríos a lo largo del país por acumulación de agentes tóxicos. Es por ello que debemos incentivar mejores prácticas, para que las cosechas sean saludables, además de constantes para nuestro bienestar alimentario.

El campo mexicano mantiene prácticas irregulares que enferman tanto a la tierra como a quienes consumen estos frutos. Entendiendo que en México no hay tanta difusión para alternativas de mejora o apoyo, este fenómeno se vuelve un problema para que la información llegue a los productores mexicanos. 

En la actualidad, algunas propuestas vinculadas a la innovación agrícola mexicana no dependen de los grandes consorcios o establecimientos, sino del ingenio, trabajo colaborativo y compromiso con las futuras generaciones, tal es el caso del Laboratorio Reproductor de Organismos Benéficos NAFEX de la Lic. Kenia Mendez Flores, cuyo enfoque educativo y transformador, implica el uso de microorganismos benéficos para actuar como «hongos caníbales» que se alimentan de los patógenos dañinos, protegiendo así a las raíces de las plantas de manera natural y permanente. Esta tecnología, que suena a ciencia ficción, es una oferta inteligente a los principios naturales del equilibrio ecológico.

Este tipo de alternativas implican simplicidad y accesibilidad, en el cual, el productor puede identificar el estado en el que se encuentre de su cultivo, observando elementos básicos como es el tamaño adecuado de frutos, la ausencia excesiva de plagas, y utilizando técnicas tan sencillas como la prueba del agua oxigenada para evaluar la fertilidad del suelo. Esta última técnica, es muy útil, ya que si el agua oxigenada genera espuma al contacto con la tierra, significa que existe suficiente alimento para las plantas; si no, es momento de nutrir el suelo.

Es por ello, que el sector agropecuario bajo los actuales enfoques de equidad de género, la inclusión, la organización, el acceso a recursos técnicos y financieros, los resultados puedan trascender en transformaciones sociales profundas, siendo el principio de la sostenibilidad organizada en el desarrollo rural. Hoy en día, la importancia de una alimentación sana es generada no solo por su papel tradicional en la nutrición familiar, sino por su perspectiva de largo plazo, el cual puede beneficiar a comunidades enteras. Asimismo, se deben incentivar a más iniciativas que puedan establecer “bio-negocios” o emprendimientos comunitarios, donde los productores aprendan a crear sus propios insumos biológicos, replicando a pequeña escala lo que hace NAFEX en laboratorio.

Ante las eventualidades climáticas por las que atraviesa el mundo, es importante considerar el conocimiento, los beneficios, el manejo, lo relacionado con microorganismos y nutrición del suelo, el control natural de plagas, las nuevas tendencias o denominados “sistemas agrícolas regenerativos y autosuficientes”, que puedan adaptarse a las condiciones del territorio nacional para ponerlos en práctica.

 

Si queremos ciclos de cultivos saludables y posteriores periodos de cosecha tanto en cantidad como en calidad, debemos entender lo perjudicial que es seguir aplicando agroquímicos tóxicos,  no por desconocimiento de alternativas, sino por falta de acceso a información, capacitación, recursos técnicos, y sobretodo, por el daño que se le hace al suelo dañando sus microorganismos, reflejados a corto plazo en costos de producción crecientes, productos menos nutritivos y, eventualmente, problemas de salud pública.

Lo viral que es la acción de los países desarrollados en la llamada agricultura regenerativa, no es solo un lujo o una tendencia, sino una necesidad urgente para ejecutarse en el país. Los microorganismos benéficos, las técnicas de monitoreo natural y los sistemas de producción sustentable ya existen y están probados. Lo que falta es la integración entre los eslabones de la política, las dependencias gubernamentales, la inversión en extensión rural y, sobre todo, el cambio de mentalidad entre la gente que trabaja en el campo, que valore más la sostenibilidad que las ganancias inmediatas.

Tanto cultivos como cosechas sanas no solo dependen de una innovación agrícola de punta ni de tecnología importada; necesita de los valores actuales: el ímpetu, el trabajo equitativo, igualitario, comunitario, la participación de la población joven y su compromiso para mantener las buenas prácticas productivas.

Si queremos mantener nuestros cultivos y que sus frutos sean abundantes en el mercado, que conserven su sabor natural, significa una decisión consciente de los productores a elegir los métodos sustentables por encima de la facilidad química, aunque también estas  tomas de decisiones implican acciones de políticas públicas, programas de capacitación masiva e incentivos económicos que favorezcan esta transición hacia sistemas regenerativos.

Es momento de prosperar de manera sustentable, de convertir cada parcela en un ecosistema próspero, cada cosecha en un acto de agradecimiento, respeto y valor hacia la tierra y hacia quienes dependen de sus frutos.

La tecnología existe, los casos de éxito están presentes, la población del campo pueden aplicar cientos de acciones para el cambio; solo falta que nosotros como sociedad decidamos reconocer las limitantes, las condiciones, los entornos y el uso de los recursos naturales, para apoyar en el logro de cultivos sanos que garanticen mejores cosechas, no sólo en términos de cantidad, sino en nuestro bienestar de vida.

 

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