La investigación es una generación de escenarios, pueden ser desde distintos ámbitos; periodísticos, académicos o de interés en particular, sea cual sea su finalidad, va más allá de una práctica compleja; es un acercamiento a una realidad perceptible. Cuando las y los investigadores incursionan entre lo urbano o lo rural, no solo recopilan datos, sino que integran apreciaciones fundamentales que ayudan a comprender la diversidad cultural y social en cualquier región.
En una experiencia realizada en la región de la Mixteca Baja, en el municipio de Huajuapan de León, Oaxaca, una de las entidades más diversas de México, tuvimos la oportunidad de compartir experiencias con la Universidad Tecnológica de la Mixteca, interactuando en un modelo de comprensión del contexto intercultural. Su experiencia nos ayudó a visualizar en cómo la investigación puede ser una herramienta de transformación social, especialmente cuando se realiza con respeto, humildad y verdadera intención de obtener un acercamiento a las distintas realidades por las que atraviesa la población oaxaqueña.
Las comunidades rurales o originarias en México, van más allá de ser consideradas zonas de estudio, son sitios activos con historias, costumbres, tradiciones, conocimientos y perspectivas únicas. Cada municipio y cada región tienen sus propias raíces, escenarios, realidades, complejidades.
En nuestra experiencia en Oaxaca, con sus más de ocho regiones distintivas y 570 municipios, son una diversidad de realidades que se pueden analizar desde cualquier entorno: periodístico, académico o particular. La verdadera investigación parte desde el razonamiento y la concepción, más que el diseño de cuestionarios; estas habilidades demandan un profundo respeto, cómo el escuchar de viva voz la consecuencia de cada entorno, alejando lo superficial.
Los investigadores en las comunidades rurales deben estar dispuestos a la adaptabilidad y modificar sus instrumentos de aplicación, además de incentivar y generar la autocrítica, respetar, reconocer las posibles limitaciones y a crecer a través de cada interacción con los pobladores.
Es importante considerar el reconocimiento de la diversidad regional, lingüística y cultural. Algunas personas en entidades académicas de la región llegan con raíces de las lenguas maternas originarias, mostrando visiones de las regiones muy diferentes a las que solemos conocer. Por ende, la investigación, debe ser un diálogo intercultural que valore las diversas vivencias.
No es significativo el solo llegar a un sitio, procedente de una institución o una dependencia con una formación de trabajo respetuoso y cordial, eso no garantiza el acceso y la apertura en las comunidades. La empatía, el acercamiento, la generación de confianza y la comunicación amable serán los elementos complementarios más importantes en la realización de investigaciones sobre regiones y actividades comunitarias. Esto dará como resultado que los habitantes reconozcan el valor académico y social de un proyecto, convirtiéndolos en colaboradores y participantes, no solo en simples informantes.
Como mencionamos, para la investigación se debe reflexionar la flexibilidad de herramientas en todo momento. No basta con solo entrevistar a las autoridades formales; es imprescindible comunicarse con la gente que conoce el territorio, que vive cotidianamente el día a día, en la comunidad, en el campo o en la urbe.
El contacto con líderes ejidatarios, los comuneros, agricultores, los productores, las artesanas, gente que se dedica al campo, todos ellos son la mejor apertura para acercarse a las perspectivas reales que un documento oficial pueda brindar.
Sin embargo, también existen situaciones que hoy en día, se viven en todo el país; Situaciones como la inseguridad, asaltos, corrupción, las distancias geográficas entre sitios, las diferencias culturales y ancestrales, la complejidad de cada región requieren un enfoque observador y sensible. Cada práctica de investigación es una oportunidad para completar métodos, técnicas para aprender y para construir fuentes de conocimiento e información. Es una forma de ampliar la comprensión colectiva, de reconstruir liberalidades y de construir un conocimiento más inclusivo e igualitario.
Investigar en cada una de las comunidades originarias de nuestro país, va mucho más que no es solo un ejercicio académico, gubernamental o de finalidad particular. Es una acción de reconocimiento, de valoración de experiencias marginadas, que no son perceptibles en ocasiones en la realidad.
Cada producto informativo bien realizado puede ser un paso hacia el reconocimiento de la riqueza, las trascendencias y la complejidad de nuestras comunidades originarias. Es por ello que las entidades y dependencias que generen actividades de investigación deben considerar un compromiso que no solo produzca conocimiento, sino que contribuya a la transformación económica, productiva y social en los lugares de estudio.
En esencia, es una actividad que genera un acto de hermandad. Es reconocer que siempre hay más por aprender, que cada encuentro es una oportunidad para expandir nuestra comprensión del mundo y la realidad para generar alternativas de desarrollo y bienestar a la población.