Zaira Lizbeth Esparza Rodríguez*
Existen ciertas especies que no se pueden comercializar de forma legal y sostenible, debido a su status de conservación y el grado de amenaza que presentan, pese a esta prohibición, sigue existiendo una fuerte demanda de estas especies protegidas.
En la comercialización ilegal de vida silvestre, existe una cadena de valor que se extiende desde el primer eslabón que es la extracción o captura de los seres vivos, su acopio, transporte y comercialización de flora o fauna, siendo los consumidores el último eslabón de esta cadena (Nadal, 2013). Estos eslabones tienen formas muy distintas de combatirse, pero con leyes muy similares, donde participan diferentes instituciones que vigilan y aplican la ley y las sanciones correspondientes. Existen problemáticas en la aplicación de la ley, en el tipo de sanciones que se da a los infractores, así como el problema de alta mortalidad que existe una vez que los organismos se decomisan, por lo que los zoológicos se ven en la obligación de ya no recibirlos más, la falta de presupuesto y la poca atención de denuncias de venta y tenencia de ejemplares amenazados, son esas fallas que determinan que es crucial atacar este fenómeno desde la raíz: la extracción de vida silvestre.
Depende del contexto de cada país, esta podría ser una de las fases más difíciles de combatir, pero sin duda de las más importantes, ya que, si no hay extracción de vida silvestre, las siguientes etapas no se presentarían. La importancia de atacar la raíz no solo radica en evitar estas problemáticas planteadas anteriormente, sino que las consecuencias negativas que se originan a través de la extracción de los seres vivos de su hábitat natural son variables. Una de las principales consecuencias del tráfico de especies sobre los ecosistemas es la defaunación, es decir, la extracción masiva de la fauna silvestre. Lo anterior genera ecosistemas vacíos, aparentemente saludables, pero que no presentan un componente faunístico que realice las funciones ecológicas necesarias para su mantenimiento (Dirzo, 2011). Igualmente, las consecuencias del tráfico pueden incluir enfermedades emergentes, lo pudimos observar ante el brote de COVID-19 que visibilizo el tema de tráfico de especies, pues algunos expertos han sugerido que este virus se originó a través de procesos de zoonosis (Mujica y Retamal, 2020), es por ello por lo que trabajar en la detección y detención de este fenómeno evitará poner en peligro la salud de nuestro planeta y la nuestra.
Sin demeritar todo el combate al tráfico de vida silvestre en sus siguientes fases de la cadena, es importante recalcar que el primer frente de batalla prioritario sea la extracción, esto nos permite obtener logros como la recuperación de las poblaciones de especies, no tenemos las respuestas de como atacar este primer frente de batalla en México, pero es un buen planteamiento para generar estrategias que eviten daños en vez de repararlos.
* Bióloga e integrante de la Red de Biología y Conservación de Vertebrados, Instituto de Ecología AC.
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