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Desafíos y Oportunidades en la Ovinocultura Mexicana

El sector ovino en México ha presentado panoramas complejos desde su cadena productiva. Desde las costumbres gastronómicas como la producción de barbacoa, hasta enfrentar los desafíos de un mercado global que se encuentra en constante cambio, así como la necesidad de innovar para mantenerse dentro el desarrollo pecuario. Estos escenarios han generado tanto amenazas como oportunidades para el sector.

En las últimas tres décadas, el sector ovino en México ha pasado etapas radicales, pasando de ser un sector centrado en la producción de lana, a uno enfocado en la carne de calidad u otros subproductos. Este cambio no solo altero su mercado, sino que también generó nuevos desafíos y beneficios para los productores.

La producción en la ovinocultura estaba principalmente centrada en la lana; sin embargo, en los años 80, cuando surgió el consumo de las fibras sintéticas, obligó a una reconversión del sector hacia la producción de carne. Esta transición no fue fácil ni rápida. Durante los años 90, México importaba entre el 70% y el 80% de la carne de ovino que consumía. La transición requirió un periodo de adaptación; para el año 2000, la situación se había invertido: el país solo importaba el 30% de su consumo, con el 70% restante destinado a un producto nacional fresco.

Los productores tuvieron que aprender nuevas técnicas y enfrentar nuevos desafíos, tales como la competencia de carne importada de países como Australia y Nueva Zelanda. Estas adaptaciones requirieron no solo un cambio en el tipo de ganado criado, sino también en las prácticas de su manejo y alimentación.

Al igual que otras actividades pecuarias, el aumento en los precios de los alimentos comerciales obligó a los productores a buscar soluciones más eficientes. Se pasó de una alimentación basada principalmente en granos, a una que privilegia los forrajes, complementándose con granos solo en etapas específicas.

Al buscar una mayor eficiencia en las cabezas de ganado, condujo a productores a implementar estaciones de pruebas de eficiencia alimenticia. Estas estrategias permitieron una mejor selección en los animales que requieren menos alimento, para producir la misma cantidad de carne, esto significaba ahorros significativos y mayor rentabilidad.

La ovinocultura mexicana en la actualidad enfrenta una nueva crisis; la eliminación de programas gubernamentales de apoyo, ha llevado a una sobreoferta de la carne en el mercado, disminuyendo los precios. Además, la pandemia de COVID-19 como muchas actividades del medio agropecuario, afectó duramente al sector, cerrando los principales puntos de venta de barbacoa y reduciendo drásticamente su demanda.

Frente a estos escenarios, algunos productores buscan variar su oferta, diversificando tanto los productos como los destinos. El desarrollo de marcas de carne de cordero para cortes finos ha sido una de las estrategias que están adoptando para agregar valor a su producto y encontrar nuevos mercados.

La realidad de la ovinocultura en México es el de una etapa de adaptación acorde al mercado; la innovación en la producción, el mejoramiento genético y la diversificación de productos, solo son algunos factores para considerar en su crecimiento.

Sin embargo, aún existe una brecha importante; mientras que algunos ranchos utilizan tecnologías avanzadas como la selección asistida por marcadores genéticos, muchos pequeños productores siguen utilizando prácticas tradicionales, por lo que la integración de cada eslabón de la cadena productiva será significativa. En los últimos años, los productores han invertido en mejoramiento genético para obtener animales más eficientes, con mejor conversión alimenticia y mayor calidad de carne.

Asimismo, es crucial que las políticas públicas se alineen con las necesidades del sector, proporcionando un entorno favorable para su desarrollo, esto incluye no sólo apoyos directos, sino también inversión en investigación y desarrollo, y en la promoción del consumo de carne ovina. Además, es fundamental que los productores (especialmente los de escala menor)  reciban el apoyo y la capacitación necesarias para implementar, comprender y adaptar las nuevas tecnologías y prácticas de manejo que pueden hacer sus operaciones más eficientes y rentables.

La ovinocultura mexicana ha demostrado su capacidad de adaptación, con las estrategias adecuadas y el apoyo necesario, tiene el potencial de hacer frente a los escenarios actuales y consolidarse como un sector dinámico, competitivo y rentable de la economía agropecuaria del país.

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